6 de octubre de 2009

Entre la fragilidad y la eternidad


"Dijo entonces Jesús a los doce: ¿queréis acaso iros también vosotros?
Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna."
San Juan 6:68



El pastor abrazaba a mi primo. Estábamos todos frente al ataúd de mi tía.
Ella falleció al instante en un accidente. Yo Tenía la biblia en la mano.
Leí Juan 14:1 -3.

"No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mi. En la casa de mi Padre muchas moradas hay (...) voy pues a preparar lugar para vosotros".

Y el pastor enfatizo varias veces que:
"ella ahora está en un lugar mejor".

Fragilidad
Desde que decidí creer en Jesucristo, con ello también decidí creer en su mensaje.
Hay una realidad mas allá de la que vemos. Hay un cielo, hay un infierno.
Después de tantos años de creyente, es fácil para mí aceptar la idea de eternidad.
Pero no pude evitar pensar, mientras el pastor hablaba, en los que no creían.
Uno de los momentos en que la realidad nos golpea con fuerza, es cuando vemos llegar la muerte.
Un ser querido se va, está en el hospital, sufre etc.
Todas señales de una verdad inmutable: somos frágiles.
Nadie escapa a esa fragilidad. Ricos y pobres, blancos y negros, chicos y grandes, cultos e ignorantes.Todos somos frágiles.
Es esa condición de fragilidad la que nos hace conscientes de Dios, la que debiera llevarnos a un cambio.
Buscar en Dios las respuestas.
Eternidad
Alguien me dijo una vez: "Dios es una muleta que te sostiene, nada más".
La historia dice lo contrario.
La resurrección de Jesús sigue tan vigente y poderosa, mostrándose contundentemente veraz.
Jesucristo venció a la muerte.
Nadie tiene palabras de verdad como Jesús.
En algún momento de la vida uno debe aceptar o rechazar ese hecho.
Es triste ver hoy, un cristianismo muy terrenal.
Un cristianismo que proclama solo prosperidad, solo la sanidad, solo la autorrealización.
No es que Cristo no provea esas cosas, sino que no es solamente eso.
Una vida centrada en lo terrenal, se verá un día sorprendida por la llegada inesperada de la eternidad, sin saber qué hacer.
Una vida sin la perspectiva de lo eterno, se encontrara al final dando se cuenta que vivió con los propósitos equivocados.
Las diferentes dificultades de la vida pueden hacernos dudar de seguir a Cristo.
Pero, al pensar detenidamente solo quedara una reflexión:
"... ¿a quién iremos?, tu (Jesús) tienes palabras de vida eterna."